18.12.09

Olvidarse que el mundo gira...

Hay momentos en el tiempo en el que uno se olvida que el mundo sigue girando a su alrededor. Es importante darse cuenta y es importante querer cambiar esa visión de ceguera, a pesar de que a veces sea totalmente complicado.

En el momento en el que te estancas en tu propia persona y tu propia situación, lo demás siempre resulta relativo. Ignoras en gran parte lo que ocurre a tu alrededor.
Cuando eres capaz de darte cuenta, también eres capaz de querer intentar cambiarlo. Por supuesto, el mundo que te rodea gira a una velocidad diferente que tu cabeza, pero está ahí moviéndose y hay que volver a tener ganas de ver la belleza en él.
Encerrarse en sí mismo es una buena técnica de defensa y autoprotección. Es lo que primero le sale a algunas personas. No se puede evitar, ya que en ocasiones simplemente ocurre y te das cuenta tarde. Y tarde es cuando las cosas que has llegado a pensar y sentir han sido también causadas por tu aislamiento.
Pero lo importante es el momento en el que aprendes la lección, y una persona intenta abrirse, explicar, expresar y normalizar ciertas situaciones que le pueden estar ocurriendo. La lógica nos dice que las mentes humanas aún no tienen la capacidad de adivinar. Es cierto y por ello no se puede pretender que tus cercanos sepan algo que pasa si tú no lo cuentas. Así funcionan las cosas por desgracia. No podemos reclamar cierta serie de cosas sin primero explicar porqué las quieres o necesitas. De hecho, una vez que se empieza a hablar, tus exigencias por carencias son respondidas con bonitos detalles de cariño.
Sería mucho más fácil que pudiéramos adivinar lo que le pasa a otra persona al instante, sin que haga falta hacerle explicar qué pasa. Es posible y probable que esa persona no se encuentre bien y no quiera hablar o simplemente haya llegado un punto en el que no le sale hablar y pierde la capacidad de comunicar mediante la palabra. Sí sería muchísimo más fácil, pero como mucha gente dice y piensa, también el empezar a hablar da señal de empezar a calmarse y solucionar un problema. Quizá así sea, o quizá no se consiga nada, pero tiene un efecto: que los que te rodean ya sepan que es lo que hay, e intenten actuar como de corazón les sale ya sabiendo mucha más información.

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