28.12.09

El efecto más simple...


Os voy a explicar una teoría que es super simple y que explica muy bien lo que vengo a decir hoy. Supongamos que somos todos una bolita de billar. Esa bolita está hecha para seguir una dirección en recto, seguir una línea recta que nunca acaba y que tiene suficiente energía para ir solita en su dirección.

Bien, llegados a este punto todo el mundo lo entiende. Ahora pongamos efectos externos a la bolita en la situación. Imaginemos que tenemos una mano derecha y una mano izquierda al lado de la bolita, una en cada lado de la bolita siguiendo una línea paralela o sin ser paralela que no se cruce con la línea invisible de la bola.

Bien, suponemos que una de las manos le da un golpecito a la bola desde su lado. ¿Cuál es el efecto? Fenómeno! La bolita cambia de dirección. Ahora supongamos que la otra mano también da desde su posición a la bolita. ¿Cuál es el efecto? Muy bien! Pues que la bolita cambia de nuevo de posición y va hacia la posición donde está la otra mano.

Supongamos que esto se repite en el tiempo. ¿Cuál es el efecto? Genial!! El efecto es que la bolita va dando tumbos de un lado a otro, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Ya no está siguiendo una línea recta, está alcanzando a hacer zig-zags y si lo repetimos muchas veces incluso acabará haciendo eses.

Si yo puedo comprender este efecto tan sencillo. ¿Cómo es posible que gente más adulta y supuestamente responsable y reflexiva no se paren a verlo?

A veces, presuponemos que los adultos tienen esa gran capacidad que les da la experiencia para pensar las cosas y actuar de forma correcta. A día de hoy, rebato esa afirmación. Hay gente que pasados los años de repente ve las cosas desde el prisma de una chaval de 20 años aún doblando esa edad.

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