Esto sería un día normal en la playa. Pero claro, pasar tantas horas haciendo esto puede cansar si son días y días seguidos. Por eso, hay que volver a los buenos momentos en la playa en los que no te importaba darte cuenta cuando llegabas a casa que te habías quemado los hombros, cuando las marcas del bikini no eran importantes, cuando llenarte de arena por todas partes no significaba ningún problema. Hay que volver a las palas, a mover los michelines saltando, a hacer castillos de arena con sus fosos y murallas y torres. Eso hicimos nosotros en Mallorca, intentar hacer un castillo. Esa fue la primera idea. Luego, cuando nos dimos cuenta de que no teníamos instrumentos útiles para crear torres y cavar fosas, cambiamos de idea. Intentamos construir con nuestras manitas un muñeco de nieve pero de arena...pero se nos destruyó cuando había alcanzado altura...y de todas esas ideas se nos ocurrió...UNA TORTUGA, esa sí que nos se caería por el peso. Así que nos pusimos a cavar y sacar arena, a traer agua con nuestras manos de la orilla hasta donde habíamos empezado la construcción de la obra de arte...y al final....lo conseguimos. La Tortuga Roberta quedó una maravilla.
Yo no sé qué pensaría la gente viendo a una pareja de veinteañeros haciendo una figura en la arena. Los niños nos miraban asombrados, los padres también. Pero quedó tan chula! Eso sí, no duró viva mucho. Nos fuimos a bañar y a quitarnos toda la arena y al volver la tortuga ya no tenía medio caparazón. Malditos. ¿Qué nos pasa a todos cuando vemos una figura de arena que tenemos el deseo irremediable de tirarlo abajo? Una hora de construcción y un segundito de destrucción.
1 comentario:
Cobardes!!! Mira que destrozar la tortuga...
A mi me encanta jugar en la arena!!
Publicar un comentario