15.4.09

El dulce nerviosismo...

Estos días, y cuando el tiempo me da una tregua para hacer nada y no preocuparme por nada, me estoy leyendo un libro. Echaba de menos la lectura así que esta semana santa cogí el primero que y estoy enganchada. El caso es que metida de cabeza en la historia que se exponía me ha hecho mucha gracia una situación contada en el libro y me dispongo a reflexionar.
Imaginemos dos personajes, hombre y mujer, que se conocían desde niños pero que el transcurso de la vida les hace no volver a verse. Sin embargo, pasados los años se reencuentran por un embrollo policíaco y quedan para cenar y para recordar viejos tiempos. La atracción entre ambos queda relatada de forma independiente en las hojas del libro y una reflexión que hace la personaje femenina que es lo que me ha hecho tanta gracia: durante la cena, con el deseo ardiente y con toda la carnaza preparada ella se pregunta nerviosa qué piensa su comensal, si estará interesado, si está haciendo el estúpido...y piensa lo fácil que sería todo si en ese momento se pudiesen leer las mentes y saber qué está pensando cada uno, y así dejarse de tonterías.
Es curioso porque es cierto que todo acabaría antes y no habría que darle tantas vueltas a las cosas. Sin embargo, ¿no es bonito recordar esos momentos de tensión? Recordar en mi caso (aunque a veces creo que ya ni me acuerdo de ese nerviosismo en el estómago), quizá vivir en el caso de otros. Es todo un ritual perfecto! Tanto la preparación...toda esa ropa sobre la cama que nunca consideras que te hace un cuerpo aceptable; la elección de ropa interior...y recordemos ese gran momentazo de Bridget Jones en el que debía decidir si optar por un sensual tanga de encaje o una braga-faja que escondía los michelines; la preparación de la cena y el vino; el oír sonar el timbre y salir corriendo hacia la puerta para pararte, recolocar el cabello y respirar hondo; la intención de parecer completamente tranquila aunque no lo estés; la búsqueda de conversación para evitar los incómodos silencios; y por supuesto...el gran juego de poder llamado seducción, con toda la carnaza en el asador.
Al fin y al cabo, ¿no es excitante? ¿No son esas cosquillas en el estómago finalmente dulces?
Por supuesto que, aun teniendo pareja, ese ritual continúa y siempre uno intenta salir de casa lo más bella posible siempre pero ya no es esa sensación de nerviosismo. Se disfruta de cosas mucho mejores, pero seamos sinceros...las mariposas de los primeros días ya no se notan tanto, o se notan de otra manera y en otras situaciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Joer Saray, ya es la segunda vez que te pillo defendiendo estos momentos previos de incertidumbre.

Puede que tengas razón, pero piensalo otra vez,.... no siempre se desea pasar por esa liturgia, en ocasiones a uno le gustaria ir directo al grano. Decir lo que se quiere y listo,.... puff eso a veces pone mas que todo el marketing.
Al menos eso creo. Es una de las cosas que me gusta de tener pareja. Desestressa

Pablo

Yoli dijo...

Jejejeje!!!! Me ha encantado la entrada, y más aún el comentario de Pablo.
Gracias por éstos momentos de lectura, jeje!! Mejor que algunos libros...
Estoy de acuerdo con los dos, jeje!!