Giros...

Ahora estoy girando. Me he subido en una noria, aunque más bien diría que estoy tumbada en uno de esos columpios antiguos que tanto me gustaban de pequeñita. No se si lo recordaréis pero entre las peligrosas atracciones que encontrábamos en los 80 y 90 en los parques infantiles había una especie de noria horizontal. Consistía en que los niños la hacían girar y cuando había conseguido una velocidad considerable todos debían subirse encima y esperar a que fuera perdiendo rapidez mientras giraba y giraba. Adoraba tumbarme allí hasta que el columpio paraba de moverse, mirando sólo el cielo y escuchando el chirrido de los oxidados hierros.

Ahora estoy dentro, tumbada y mirando pasar las nubes de un lado a otro. Sin pensar en nada, sólo observando y dejando la mente libre. Viendo cambiar todo lo que hay alrededor en pocos segundos.

Me he dado cuenta de que necesitaba girar, desde hace mucho tiempo. Y la verdad es que ahora mismo estoy tan contenta que me sorprende haber tardado tanto tiempo en no pensar.