Hay dos cosas por las que el lugar donde vivo no me termina de convencer (por supuesto quitando que está a pomar por saco del centro de Madrid). Uno de ellos es que las calles son enormes y nunca ves gente en ellas. Hay poquísima gente por la calle aquí debido a que el coche es lo más usado entre los pobres que vivimos por aquí. La otra cosa que no me convence es que hay demasiados pinares. Esto no sería un problema si no fuese porque son enormes superficies arboladas en mitad del campo...un lugar ideal para cargarse a alguien y enterrarlo en el mismo lugar de los hechos. Yo siempre le he dicho a mi madre que más de un cadáver seguro que hay dentro de los límites que cierran este lugar.
El caso es que como todas las mañanas desde que soy una mujer ociosa, me he ido andandito a comprar el pan y el periódico. Esto me supone media hora de camino hasta el OperCor, y media hora de vuelta. Es fantástico para mis piernas y fantástico para ahorrar en gasolina, que la cosa no está para excesos.
En mi caminata de hoy me he dado cuenta en el mundo de histeria en el que vivimos, y yo la primera. Cada mañana tengo que aguantar que cada vez que un conductor solo y aburrido pasa cerca empiece a pitar como si le fuera la vida en ello (una actitud masculina que nunca, repito, nunca llegaré a comprender), cada mañana tengo (no solo yo, cualquier chica en este lugar) que al pasar cerca de un individuo te haga una radiografía visual para valorar si cuando pases a su lado te sigue mirando o no. Es absolutamente asqueroso pero no se puede luchar contra las viejas costumbres de tantos países.
Hoy me he encontrado a dos individuos enormes, pasados los cuarenta y tantos, gordos, altos. De esos que dices: Dios, si estos me quieren atacar no les hace falta más que darme una torta con estos gigantescos brazos! El caso es que me he dicho a mí misma: con dos pares de narices por delante, no va a pasar nada (aunque no había ni dios en los alrededores...solo estaba cerca el pinar).
Paso, con la cabeza agachada, mejor no mirarles a los ojos...ellos parece que se van a meter en el coche...sigo caminando....ya ha pasado....cuando de repente......¿Conocéis esa sensación de tener a alguien detrás? ¿de notar una presencia justo detrás tuya? Mis cascos y la música a tope no me dejaban escuchar si eran pasos....justo cuando me decido a quitarme un casco oigo que alguien viene corriendo justa a unos pasos detrás de mí....es el preciso momento en el que estoy a punto de romper a gritar....de pronto giro la cabeza y me encuentro con otro tío enorme a 10 centímetros de mí.... Del salto que he dado creo que el pobre hombre se ha asustado más que yo! Era un pobre corredor que como yo intentaba ponerse a tono. Qué vergüenza!
Es de esas cosas que lo pasas tan mal por el susto que te has llevado que inmediatamente después te entra un ataque de risa. Así me ha pasado a mí, que me he pasado todo el camino riéndome de lo estúpida de la situación. Y todo por la histeria que nos rodea.
Aunque he de decir que creo que tengo motivos suficientes para vivir un poquito presa del pánico. No es la primera vez que me llevo un susto no ficticio.
3 comentarios:
Yo viví una experiencia igualmente machista en la parada del autobús en un día que, por otra parte, fue feliz porque conocí a David Bisbal. Sin embargó, no puedo soportar el tocar el claxon al ver a una chica. Para llegar al Xanadú y antes de eso a la gasolinera, tengo que pasar por un puente que ahora es eguro pero antes sólo tenía un pequeño quitamiedos. Cada vez que mi amiga Sandra y yo pasábamos por ahí nos pitaban los coches y, lo que es peor, ¡los caminos! ¡Los odio! ¡Menudos sustos!
Ya no es inseguro!! Jooo pues si que hace que no voy por la zona!! Que yo aún recuerdo el quitamiedos!! Necesito una excursión por la zona!
Yo antes iba al Xanadú ya que trabajaba allí, iba en bus dsd el centro de Madrid y nunca he pasado miedo ni situación rara.
Hay que intentar no ir con ese mieditis en el cuerpo y sufrir de esa manera, inténtalo y hazte más fuerte!!! BESITOS
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